Hay una escena en Volver al Futuro II. Marty McFly ha aterrizado exitosamente, sano y salvo, DeLorean plateado y científico loco mediante, en el futuro. El año es 2015. Marty entra, desorientado, a un café retro temático. El tema: los años ochenta. Justo antes de que el personaje de Michael J. Fox se cruce con su archienemigo Biff y de una forzada colocación de producto-una marca de gaseosa, hace un breve cameo el gran Michael Jackson. Pero, curiosamente, no es el astro de sangre y hueso. Aparece, en cambio, su imagen. En un televisor. Vestida con la célebre campera de cuero roja y negra de Thriller, la representación de MJ-como lo bautizaron sus fans- no canta ni baila. Su tarea es más mundana, casi impropia para un rey: describe un plato a una clienta, enumerando qué ingredientes lleva: ¨ salsa picante, palta, frijoles, carne..¨. En aquel futuro, el Rey del Pop terminaba trabajando- sin descanso- en un local de comida rápida que deducimos, servía también comida mexicana.
Los organizadores de los premios Billboard, llevados a cabo el mayo pasado, prometieron ¨hacer historia¨ este año. Un holograma de Michael Jackson-fallecido a los 50 años en 2009- iba a actuar, por primera vez, frente al público reunido en el MGM Grand de Las Vegas. El mismo hotel, dicho sea de paso, que hospedaalcélebre ilusionista David Copperfield. Un ítem más que interesante en un menú ya interesante (o no), que incluía actuaciones de Miley Cyrus, Katy Perry, Robin Thicke, Pitbull, Lorde, y que tuvo como gran ganador a Justin Timberlake, unos de los tantos ¨discípulos¨ de Jackson. (Porque MJ tuvo y tiene muchos aprendices pero ningún ¨heredero¨). Prometía ser una actuación que trascendía un simple truco digital-palabra clave, ¨trascendencia¨. Mucho más que espejos y humo.
El tema elegido para la presentación en sociedad del holograma de Jackson fue ¨Slave to the Rhythm¨ (esclavo del ritmo), que grabó mientras trabajaba en su álbum Dangerous del ´91 y que integra su álbum póstumo Xscape. Más allá de la obligada o espontánea ovación final por parte del público, la actuación no fue memorable. O tal vez sí, pero por motivos que poco y nada tienen que ver con su música.
¿Sentido homenaje o continuación de un proyecto musical megalómano y extravagante? ¿O, quizás, ambas cosas a la vez? Las reacciones del público al respecto fueron variadas. Algunos tweets incluían observaciones como ¨dejen que los muertos descansen en paz¨, que describían al show como ¨desagradable¨, ¨incómodo¨ o que subrayaban los supuestos intereses económicos del clan Jackson detrás del ¨ homenaje¨. Pero así como en vida la carrera de Michael Jackson parecía ser particularmente sensible a la publicidad negativa (debido principalmente a los juicios por abuso de menores, que tuvo su punto más álgido en el ´93, pero también a sus incontables y cada vez menos simpáticas excentricidades), Michael post-mortem, Michael renacido, parece, en cambio, invulnerable a las mismas. Otros comentarios hacían hincapié en la necesidad de mejorar la calidad del ¨holograma¨ o señalaban el uso erróneo del término ¨holograma¨, al tratarse de una proyección muy sofisticada, pero no de una representación tridimensional.
Si bien el bien o mal llamado holograma fue elaborado especialmente para la entrega de premios, la idea de crear una representación digital de Jackson se remonta a octubre de 2012.En su página web, la empresa responsable del ¨hito ingenieril¨, Digital Domain Group, exhibe algunas de sus creaciones: los efectos de Transformers ,Tron, Benjamin Button, Titanic (estas últimas ganadoras de Óscars por sus efectos especiales), de más de cien películas y cientos de avisos publicitarios, videos musicales y videojuegos. DDG, fundada porJames Cameron (el director de Terminator, Titanic, Avatar) se presenta como una empresa que ha estado innovando en ¨el terreno visual¨ durante los últimos veinte años. Es también la responsable de otro holograma: el del rapero Tupac Shakur, asesinado en un supuesto ajuste de cuentas entre raperos de la costa este y oeste de EEUU durante una notoria rivalidad entre ambos grupos durante los ´90. El holograma de Tupac, presentado hace dos años en el Festival Coachella (festival inmensamente popular, con ínfulas de neo-Woodstock y en el cual siempre pululan fashion icons, actores, músicos, etc), también es obra de Digital Domain Group.
Que se haya elegido Las Vegas para redoblar la apuesta y revivir a otro icono, infinitamente más grande, ya no producto de una muerte violenta, sino de un suministro acaso irresponsable de drogas legales (Jackson sufría de trastornos del sueño), no debería sorprender a nadie. Las Vegas es la verdadera ciudad que nunca duerme y ¿qué mejor lugar para despertar al rey del Pop que la capital mundial del juego, que marida perfectamente animación frenética, estímulos constantes e impecable lógica mercantil? Las Vegas lleva décadas burlándose socarronamente del matrimonio, entre otras instituciones y ritos, con su legión de Elvis casamenteros obesos y decadentes; burlarse de la muerte no implica un gran salto. Ahora, más insomne que nunca, ya sin angustias ni malestares físicos que entorpezcan, Michael Jackson es imbatible, el artista ideal, el más competitivo y el que goza de la distinción de haber triunfado sobre su propio cuerpo. MJ fue una rareza en vida, un supuesto visionario y el show debe continuar.
Todo esto tiene un regusto a ciencia ficción- quizás, en su variante más trillada, más trasnochada. Imposible que, así como despierta esa mezcla de miedo y fascinación hacia los avances tecnológicos- piedra angular de la ciencia ficción como género- no exija al público, posicionamientos éticos. «Michael siempre quiso hacer este tipo de cosas,» aseguró su hermano, Jackie Jackson, después del show en los Billboard. Y agregó que estaba ¨impactado con el resultado final¨ y, también, que Michael, sin ninguna duda, ¨hubiera dado el ok¨. El productor Quincy Jones, por su parte, de la mano de quien Jackson hace Off the Wall, considerado por muchos como su mejor álbum y gracias a quien sobrevive al anonimato después de los Jackson 5, dijo en una ocasión que lo que más admiraba de Jackson era su actitud en el escenario: ¨ sin pedir permiso ni disculpas; sin tomar rehenes¨.
Ken Hollings en su ensayo ¨Historias tristes sobre reyes muertos: Michael Jackson y Elvis Presley¨, que integra Jacksonismo: Michael Jackson como síntoma, recientemente editado por Caja Negra y que reúne ensayos de críticos culturales y musicales acerca de la figura de la megaestrella del pop, incluye una curiosa anécdota del artista de 1993. Frente a los juicios en su contra y más vulnerable que nunca, Jackson se refugiaba cada vez más en el Neverland Ranch, el hogar ¨de ensueño¨ que había construido como un Peter Pan al borde de un ataque de nervios . ¨El reemplazo de cada flor en Neverland¨, señala Hollings, ¨cuando mostraba el mínimo signo de estar marchitándose costaba más de trescientos mil dólares por año. ´Odio ver cómo mueren cosas bellas´, explicó Michael entre lágrimas. ´Desearía que viviesen por siempre, como en las películas.´¨